Los manuales de Física indican que los materiales sólidos tienen forma y volumen constantes y se caracterizan por la rigidez y regularidad de sus estructuras. Los líquidos no tienen forma fija pero sí volumen, y los gaseosos carecen de forma fija y su volumen varía al cambiar la temperatura y la presión.
A estos tres estados clásicos de la materia, se agregó en el siglo XX la supefluidez, caracterizada por la ausencia total de viscosidad, con lo que en un circuito cerrado un elemento en este estado fluiría eternamente sin fricción.
En el siglo XXI, podría confirmarse que existe un quinto estado, la supersolidez, del cual se han obtenido los primeros indicios hace menos de una década.
Uno de los problemas con que se enfrentan los físicos de Cornell en la actualidad es que en los experimentos que están realizando con los instrumentos de medición actuales, las presuntas propiedades elásticas del supersólido, podrían estar siendo confundidas con las del helio sólido normal, el cual también se deforma y es elástico, bajo el frío extremo.
La Física de temperaturas ultrabajas ha desvelado que a apenas unas milésimas de grado por encima del cero absoluto, la materia adquiere propiedades insólitas y se comporta de formas insospechadas.
Dos de esas propiedades, que han merecido varios premios Nobel, son la superconductividad, que es la capacidad de ciertos materiales, como el mercurio, de conducir electricidad sin resistencia ni pérdida de energía, y la superfluidez, que se caracteriza por la ausencia total de viscosidad y una extrema capilaridad, que permite que el Helio-3 pase por poros por los que no pasaría un gas.
En 2004, en Estados Unidos, descubrieron una forma del helio-4 a la que llamaron ‘supersólida’, la cual incluye las propiedades de un superfluido, pero también las características de un sólido, lo que podría implicar la existencia de un nudvo estado de la materia.